Alrededor de 3.000 personas se manifestaron en Albacete el pasado día 22, convocados por UGT y CC.OO. (convocatoria apoyada también por IU). Se cumplía así el ciclo de movilizaciones iniciado esa semana en el resto de capitales manchegas con el que los sindicatos “mayoritarios” pretendían mostrar su rechazo a los efectos de la crisis sobre los trabajadores.
Más allá de la escasa repercusión de estas movilizaciones, del escaso número de participantes (¿no son los “mayoritarios”?, ¿no tienen tantos delegados y liberados?), lo que resulta más indignante es que, mientras se convoca a los trabajadores a movilizarse, los “líderes” de las mismas organizaciones convocantes están diciendo a diario que de Huelga General no quieren oir ni hablar, “que no es el momento”, que ellos “no son extremistas ni radicales”, y otras justificaciones por el estilo de su sometimiento a la patronal y al gobierno.
En el fondo, lo único que han hecho es intentar canalizar, dentro de límites bien controlables, el descontento que cunde entre la población en general y entre los trabajadores más afectados (los que están yendo a la calle por los cierres y despidos) en particular. No han planteado un calendario real de movilizaciones, no tienen un programa alternativo frente a la crisis (más allá de sus ruegos y peticiones) y, lo que es peor aún, tratan por todos los medios de boicotear cualquier intento serio de oposición al capital y al poder por parte de los propios trabajadores que dicen defender. Para colmo, están negociando con Gobierno y Patronal nuevos trasvases de dinero público a manos privadas. Todo menos reclamar de verdad que la crisis la paguen quienes la provocan, los ricos, los capitalistas.
Luego nos extrañamos de cómo actúan en las negociaciones, y especialmente en aquellas que se entablan cuando las empresas anuncian despidos. Simple y llanamente venden a los trabajadores. Lo único que les interesa a estos lacayos es garantizar sus propias prebendas.
Los trabajadores, aquí y en todas partes, tenemos que desenmascarar a estos esbirros del poder, denunciar sus engaños. Y organizarnos al margen de ellos para una lucha efectiva contra nuestro enemigo de clase, contra esa patronal que sólo quiere exprimirnos aún más de lo que ya ha hecho.
Más allá de la escasa repercusión de estas movilizaciones, del escaso número de participantes (¿no son los “mayoritarios”?, ¿no tienen tantos delegados y liberados?), lo que resulta más indignante es que, mientras se convoca a los trabajadores a movilizarse, los “líderes” de las mismas organizaciones convocantes están diciendo a diario que de Huelga General no quieren oir ni hablar, “que no es el momento”, que ellos “no son extremistas ni radicales”, y otras justificaciones por el estilo de su sometimiento a la patronal y al gobierno.
En el fondo, lo único que han hecho es intentar canalizar, dentro de límites bien controlables, el descontento que cunde entre la población en general y entre los trabajadores más afectados (los que están yendo a la calle por los cierres y despidos) en particular. No han planteado un calendario real de movilizaciones, no tienen un programa alternativo frente a la crisis (más allá de sus ruegos y peticiones) y, lo que es peor aún, tratan por todos los medios de boicotear cualquier intento serio de oposición al capital y al poder por parte de los propios trabajadores que dicen defender. Para colmo, están negociando con Gobierno y Patronal nuevos trasvases de dinero público a manos privadas. Todo menos reclamar de verdad que la crisis la paguen quienes la provocan, los ricos, los capitalistas.
Luego nos extrañamos de cómo actúan en las negociaciones, y especialmente en aquellas que se entablan cuando las empresas anuncian despidos. Simple y llanamente venden a los trabajadores. Lo único que les interesa a estos lacayos es garantizar sus propias prebendas.
Los trabajadores, aquí y en todas partes, tenemos que desenmascarar a estos esbirros del poder, denunciar sus engaños. Y organizarnos al margen de ellos para una lucha efectiva contra nuestro enemigo de clase, contra esa patronal que sólo quiere exprimirnos aún más de lo que ya ha hecho.
L.J.
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