El pasado día 28 murió otro trabajador en Socuéllamos. Era rumano y no tenía contrato ni, por supuesto Seguridad Social. El tercer trabajador sin contrato muerto en la vendimia de esa localidad en una semana[1].
Lo más sangrante es que mientras este compañero moría en el tajo, en el parlamento regional, esos que sólo saben trabajar de “becari@s de la patronal” debatían sobre la siniestralidad laboral. Desde el primer fallecimiento, ocurrido el día 22, nadie tuvo tiempo para asegurarse de que se cumplía la legislación laboral y todos los vendimiadores estaban asegurados. Ni los políticos (sólo preocupados por las fotos), ni los jueces (tan preocupados por la fotografía), ni los “agentes de la ley” en el medio rural (que, como siempre desde que los creara Ahumada, sólo están para reprimir a los jornaleros). Y murió el segundo. Y murió el tercero. Y sigue sin hacer nada.
Para colmo, algunas asociaciones agrarias (esos que siempre se quejan de lo poco que les dan Bruselas y las multinacionales a las que venden sus productos) y el delegado del gobierno (su vocero) justifican de manera vergonzosa las muertes acogiéndose a que fueron por enfermedad. ¡Como si trabajar sobreexplotado no tuviera nada que ver!
Sólo nos queda reiterar lo que dijimos en nuestra anterior denuncia. El proletariado no tiene patria. Y nuestro enemigo es esa burguesía que nos explota a todos, sin importarle de dónde vengamos.
Lo más sangrante es que mientras este compañero moría en el tajo, en el parlamento regional, esos que sólo saben trabajar de “becari@s de la patronal” debatían sobre la siniestralidad laboral. Desde el primer fallecimiento, ocurrido el día 22, nadie tuvo tiempo para asegurarse de que se cumplía la legislación laboral y todos los vendimiadores estaban asegurados. Ni los políticos (sólo preocupados por las fotos), ni los jueces (tan preocupados por la fotografía), ni los “agentes de la ley” en el medio rural (que, como siempre desde que los creara Ahumada, sólo están para reprimir a los jornaleros). Y murió el segundo. Y murió el tercero. Y sigue sin hacer nada.
Para colmo, algunas asociaciones agrarias (esos que siempre se quejan de lo poco que les dan Bruselas y las multinacionales a las que venden sus productos) y el delegado del gobierno (su vocero) justifican de manera vergonzosa las muertes acogiéndose a que fueron por enfermedad. ¡Como si trabajar sobreexplotado no tuviera nada que ver!
Sólo nos queda reiterar lo que dijimos en nuestra anterior denuncia. El proletariado no tiene patria. Y nuestro enemigo es esa burguesía que nos explota a todos, sin importarle de dónde vengamos.
DC-L
[1] Ya denunciamos las muertes de dos trabajadores sin contrato en el artículo UVAS TINTAS DE SANGRE.